miércoles, 25 de abril de 2012
martes, 17 de abril de 2012
ZEN Y MEDIO AMBIENTE
TEXTO IMPRESCINDIBLE DE ROLAND YUNO RECH
Nuestra civilización occidental, cuyo modo de pensar se extiende al mundo entero, es una civilización técnica, orientada hacia el dominio y la explotación de la naturaleza. La crisis actual en la relación del ser humano con su medio ambiente no es un mero accidente de trayecto dentro de un proceso de progreso infinito, es la manifestación de una actitud desequilibrada del ser humano con respecto a la naturaleza, cuyo origen se remonta a las fuentes de nuestra cultura.
El mito de Prometeo simboliza la actitud del ser humano occidental que se apega al desarrollo de la mente intelectual como medio de satisfacer sus deseos materiales. Ahora bien, ningún objeto puede satisfacer totalmente el deseo fundamental del ser humano, que es una búsqueda de unidad con la naturaleza. Cuanto más se descuida esta aspiración espiritual, más se asiste a la incesante multiplicación de sus deseos. Esto se ha vuelto el principal motor de la economía de los países occidentales, y se ha traducido en una degradación constante del medio ambiente natural y en un derroche de recursos no renovables del planeta, sin considerar las múltiples contaminaciones. El desarrollo de deseos artificiales no es sino un encadenamiento al ego limitado que no hace más que engendrar insatisfacción, miedo y agresividad. La competición individual se traduce, en el plano internacional, en competición entre naciones, tanto en el plano económico como militar. De esta competición resulta un empobrecimiento de los más pobres, tanto en los denominados países desarrollados como en los del tercer mundo.
Revolución espiritual
Los problemas del medio ambiente no podrán, pues, ser resueltos sino mediante una verdadera revolución espiritual. El zen puede ayudar a ello puesto que es una vía de armonización del ser humano con el orden cósmico, a través de la práctica diaria de la meditación sedente.
Mantenerse sentado frente a la pared significa dejar de perseguir objetos externos y aprender a conocerse íntimamente a sí mismo.
Con su cerebro izquierdo, el ser humano ha desarrollado un pensamiento abstracto que le ha posibilitado adquirir cierto dominio de la naturaleza, pero que lo ha desconectado de la relación íntima con el medio ambiente. El pensamiento fundado en el lenguaje verbal es por esencia dualista y crea la desconexión entre el ser humano y el mundo. Esta desconexión engendra soledad y frustraciones que el ser humano trata de compensar desarrollando aún más su influencia sobre la naturaleza por medio de la técnica. Practicar zazen posibilita recobrar una relación inmediata, íntima, con la naturaleza, una visión poética del mundo, una participación en la vida que por sí sola puede corregir en profundidad la voluntad de poder del ser humano convertido exclusivamente en «homo economicus».
La no-técnica
La actitud dualista de nuestra civilización lo transforma todo en técnica, y la actitud técnica es lo que crea la crisis entre uno mismo y el medio ambiente. Esta actitud consiste en hacer algo siempre con vistas a un futuro provecho. Las cosas más simples y naturales, como amar, expresarse, incluso meditar, se convierten en técnicas, medios para conseguir otra cosa. Hacer zazen es abandonar esta actitud y dar media vuelta. No se practica zazen para conseguir el satori sino que, practicado sin objetivo ni afán de provecho, zazen en sí mismo es satori.
Cuando nos percatamos de ello, cada cosa de nuestra vida se vuelve práctica del despertar.
Cuando un monje le preguntó al maestro Joshu: « ¿Cuál es la esencia del budismo?», Joshu simplemente le respondió:
—¿Has comido?
—Sí, maestro.
—Entonces, ve a lavar tu cuenco.
Las acciones simples de nuestra vida diaria, con total atención al aquí y al ahora, son la práctica de la Vía de Buda. Esta total atención implica respetar y proteger todo como nuestros bienes más preciosos y es lo que ha llevado a los monjes a crear formas de arte como el arte floral, cuyo objetivo era prolongar la vida de las flores obsequiadas al Buda o de las flores estropeadas por una tormenta. El arte de jardinería también es expresión de este sentimiento de unidad con la naturaleza y con todo el universo.
Pero la raíz de estas prácticas es la realización de nuestra naturaleza más profunda en zazen.
Se actualiza cuando dejamos de querer asir o rechazar. En ese momento, nuestra unidad con la naturaleza, con Dios o Buda, con la más alta dimensión de la existencia humana, se realiza naturalmente, como cuando una flor se convierte en flor al abrir sus pétalos.
La ecología del sí-mismo
Aunque se hable de ecología, hay un desfase entre lo que se sabe acerca de aquello que desencadenan las técnicas modernas en el medio ambiente natural y lo que realmente se hace por solucionarlo, como si se creyera imposible detener la contaminación y la degradación del medio ambiente.
La conquista de la naturaleza se ha hecho mediante el desarrollo de la mente dualista y abstracta, mediante la mente matemática que la que predomina el enfoque cuantitativo sobre el cualitativo, el tener sobre el ser. La técnica reduce la esencia al fenómeno, el ser al ente. No es sorprendente que Dios esté muerto en semejante perspectiva. El problema es que el ser humano también ha perdido sus verdaderas raíces, su verdadera naturaleza divina o naturaleza de Buda.
La eficacia en el dominio de la naturaleza se ha traducido en la reducción de la intuición y de la creatividad. Tras haber conformado la naturaleza con sus técnicas, el ser humano se ha vuelto un engranaje que ha de conformarse al modelo tecnocrático que ha creado.
La ecología recuerda principios fundamentales sobre las leyes del equilibro natural, de la interacción entre los seres vivos y el medio; pero sin cambio radical de mentalidad, las ideas ecológicas seguirán siendo poco influyentes.
Practicar zazen es cambiar nuestra actitud aquí y ahora, empezando por nuestro medio ambiente inmediato. La contaminación está en las mentes antes de manifestarse en la atmósfera, en el agua, en la tierra.
Practicar zazen es abandonar el ego y percatarnos de nuestra interdependencia y de nuestra solidaridad con todo el universo.
Energía e impermanencia
La relación con el medio ambiente se sitúa también en el plano de la energía. Estamos constituidos por los mismos elementos y por la misma energía que todo el universo. Emplear demasiada energía crea un desequilibrio no sólo en el medio ambiente sino en uno mismo. Demasiado alimento o una alimentación demasiado rica arruinan la salud. Durante las sesshin, consumimos una comida más ligera y natural. Sin dogmatismo, zazen reeduca nuestro instinto alimenticio. Demasiada comodidad debilita la resistencia. La vida en el zen consiste en recurrir a un modo de existencia simple sin buscar demasiado confort o lujo. El ideal del monje zen consiste en vivir con su cuenco y su kesa. Demasiada información vuelve abstracta nuestra relación con el mundo. El zen es recobrar la experiencia directa de la vida.
Los monjes zen muy a menudo han establecido su dojo en la naturaleza, en las montañas, cerca de los ríos. Pero no era un apego romántico a la naturaleza. Como zazen, los fenómenos naturales expresan la enseñanza de Buda más allá del lenguaje y de las fabricaciones de lo mental.
Hay monjes que han despertado al oír caer una piedra, al ver una flor de melocotonero, o incluso al oír el ruido del torrente en el valle. Estos fenómenos naturales han sido ocasiones para percatarse de su unidad con todo el universo.
Finalmente, nuestro medio ambiente es un mundo movedizo, impermanente. Nuestro ego, que busca una felicidad estable, se topa con esta impermanencia de los fenómenos. Por eso, la mayor parte de las religiones ha buscado la felicidad en el más allá. En ciertas escuelas del budismo, se busca el nirvana más allá del mundo de los fenómenos. Pero zazen se sitúa más allá del dualismo entre el entorno fenoménico (el samsara) y el nirvana, porque este dualismo es todavía un apego de nuestro ego. Cuando se abandona este ego, ya no hay necesidad de huir del samsara o de buscar el nirvana. El bodhisattva del budismo Mahayana vive y practica en el mundo de los fenómenos para ayudar a todos los seres a resolver su sufrimiento y realizar el despertar.
Tal es el ideal de vida que la práctica de zazen nos propone a cada uno de nosotros.
Roland RECH
domingo, 15 de abril de 2012
LAS BARRERAS DENTRO DE LA PRÁCTICA
"Cuanta más leña, más grande es el fuego"
Taisen Deshimaru
La semana santa llegó a su fin y con ella la actividad en el dojo a recuperado su cauce natural, con la incorporación de algunas caras nuevas y otras tantas que ya forman parte del los practicantes más comunes de nuestra shanga.
Esta semana ha sido especialmente intensa y ello me demuestra que el camino del Zen, es siempre una vía repleta de cambios, donde cada vez que nos sentamos en zazen, notamos que nuestra actitud ante la práctica ha evolucionado en muchos aspectos, siendo a su vez una aparente paradoja, porque puede resultar chocante el percibir que una practica basada en la quietud, puede estar en realidad siempre sometida a grandes cambios, pero en efecto así es.
Cuando seguimos un patrón basado en el hábito, notamos que nuestra práctica alcanza horizontes más profundos y lo más importante, cada día estamos más próximos a nuestra verdadera naturaleza, aquella que nos permite intimar con nosotros mismos y hacer de dicha intimidad una comunión con la absoluta inmensidad de cosmos.
Por ello en el Zen, no existen grados, cursos, escalones ni galones posibles, pues el aprendizaje es constante y cuando creemos saber muchas cosas, es cuando en realidad más escapan a nuestro conocimiento todas ellas...
Desde mi comienzo he practicado cada día ya fuera en el dojo con el resto de mis compañeros o a solas en mi casa y nunca entendí porque siempre se aconsejaba practicar en grupo hasta esta semana, cuando mis dudas se desvanecieron por completo al escuchar las enseñanzas que nuestro maestro impartió durante la meditación a cerca de este tema.
Cuando practicamos a solas, sin darnos cuenta construimos una serie de barreras o impedimentos que nos imposibilitan llevar nuestra practica con un cierto rigor. La razón es muy sencilla , al sentarnos ante una pared en zazen, lo primero que encontramos son algunas proyecciones de nuestro yo, aquel que siempre intenta imponer su ley y raramente permite ser re-conducido. A partir de aquí si ponemos toda nuestra atención en nuestra acciones, podremos percatarnos de que muchas de nuestras actitudes durante nuestra práctica son en realidad reflejos de nuestro ego más profundo, el mayor de los arquitectos en cuanto a levantar muros en nuestro camino hacia reencontrarnos con nuestra mente original.
Algunos ejemplos son: el no respetar la quietud de nuestra postura, aferrarnos a nuestros pensamientos desviando el verdadero rumbo de nuestra meditación, adoptando una postura demasiado cómoda para evitar posibles dolores o no respetando los tiempos, acortando los mismos en función de nuestras premisas futuras...
En definitiva todos estos comportamientos y otros muchos más, son producto de esas barreras que surgen cuando queremos meditar por nuestra cuenta, aunque en muchos casos no seamos capaces de advertir este fenómeno por cuenta propia.
En cambio, cuando meditamos con más personas todas estas barreras desaparecen y podemos dejarnos ir más allá de lo que hubiéramos imaginado, alcanzando cotas de concentración muy elevadas.
En otro aspecto, también hemos de tener en cuenta que al finalizar nuestro zazen siempre se suele llevar a cabo una pequeña ceremonia donde se recitan una serie de sutras que hacen de perfecta transición entre nuestra meditación y el regreso a nuestra vida cotidiana. En mi caso, recuerdo que la primera vez que escuche a todos mis compañeros cantando al unísono algo muy bello y profundo despertó en mi interior y dudo que esa fuerza emitida por tantas personas pueda ser comparada a la proyectada por una persona que recita en solitario con el único eco de su silencio.
En mi caso esta semana ha sucedido algo, que me ha ayudado a entender la practica de zazen como una meditación entendida desde la comunidad y no desde la soledad, aunque la auto observación en ocasiones pueda entenderse como una parte individual de la práctica.
Mi mujer decidió adentrarse también dentro de la práctica del Zen y eso si cabe ha reforzado más nuestra relación de pareja, y creo nos ha proporcionado un importante vínculo adicional. Así que tras empezar a meditar juntos en nuestro hogar, me he dado cuenta que mi práctica cambiaba por completo y me era más fácil concentrarme en la postura así como controlar el flujo de mis pensamientos. Efectivamente, esas barreras que antes aparecían cuando meditaba solo, ahora eran casi imperceptibles.
Sinceramente, es muy difícil explicar con palabras todo lo que estoy viviendo, pero si cabe, cada día me siento más cercano a este nuevo camino que por una vez en la vida, siento tener la necesidad de recorrer...
Gassho!
Sergi G.
Cuando seguimos un patrón basado en el hábito, notamos que nuestra práctica alcanza horizontes más profundos y lo más importante, cada día estamos más próximos a nuestra verdadera naturaleza, aquella que nos permite intimar con nosotros mismos y hacer de dicha intimidad una comunión con la absoluta inmensidad de cosmos.
Por ello en el Zen, no existen grados, cursos, escalones ni galones posibles, pues el aprendizaje es constante y cuando creemos saber muchas cosas, es cuando en realidad más escapan a nuestro conocimiento todas ellas...
Desde mi comienzo he practicado cada día ya fuera en el dojo con el resto de mis compañeros o a solas en mi casa y nunca entendí porque siempre se aconsejaba practicar en grupo hasta esta semana, cuando mis dudas se desvanecieron por completo al escuchar las enseñanzas que nuestro maestro impartió durante la meditación a cerca de este tema.
Cuando practicamos a solas, sin darnos cuenta construimos una serie de barreras o impedimentos que nos imposibilitan llevar nuestra practica con un cierto rigor. La razón es muy sencilla , al sentarnos ante una pared en zazen, lo primero que encontramos son algunas proyecciones de nuestro yo, aquel que siempre intenta imponer su ley y raramente permite ser re-conducido. A partir de aquí si ponemos toda nuestra atención en nuestra acciones, podremos percatarnos de que muchas de nuestras actitudes durante nuestra práctica son en realidad reflejos de nuestro ego más profundo, el mayor de los arquitectos en cuanto a levantar muros en nuestro camino hacia reencontrarnos con nuestra mente original.
Algunos ejemplos son: el no respetar la quietud de nuestra postura, aferrarnos a nuestros pensamientos desviando el verdadero rumbo de nuestra meditación, adoptando una postura demasiado cómoda para evitar posibles dolores o no respetando los tiempos, acortando los mismos en función de nuestras premisas futuras...
En definitiva todos estos comportamientos y otros muchos más, son producto de esas barreras que surgen cuando queremos meditar por nuestra cuenta, aunque en muchos casos no seamos capaces de advertir este fenómeno por cuenta propia.
En cambio, cuando meditamos con más personas todas estas barreras desaparecen y podemos dejarnos ir más allá de lo que hubiéramos imaginado, alcanzando cotas de concentración muy elevadas.
En otro aspecto, también hemos de tener en cuenta que al finalizar nuestro zazen siempre se suele llevar a cabo una pequeña ceremonia donde se recitan una serie de sutras que hacen de perfecta transición entre nuestra meditación y el regreso a nuestra vida cotidiana. En mi caso, recuerdo que la primera vez que escuche a todos mis compañeros cantando al unísono algo muy bello y profundo despertó en mi interior y dudo que esa fuerza emitida por tantas personas pueda ser comparada a la proyectada por una persona que recita en solitario con el único eco de su silencio.
En mi caso esta semana ha sucedido algo, que me ha ayudado a entender la practica de zazen como una meditación entendida desde la comunidad y no desde la soledad, aunque la auto observación en ocasiones pueda entenderse como una parte individual de la práctica.
Mi mujer decidió adentrarse también dentro de la práctica del Zen y eso si cabe ha reforzado más nuestra relación de pareja, y creo nos ha proporcionado un importante vínculo adicional. Así que tras empezar a meditar juntos en nuestro hogar, me he dado cuenta que mi práctica cambiaba por completo y me era más fácil concentrarme en la postura así como controlar el flujo de mis pensamientos. Efectivamente, esas barreras que antes aparecían cuando meditaba solo, ahora eran casi imperceptibles.
Sinceramente, es muy difícil explicar con palabras todo lo que estoy viviendo, pero si cabe, cada día me siento más cercano a este nuevo camino que por una vez en la vida, siento tener la necesidad de recorrer...
Gassho!
Sergi G.
domingo, 8 de abril de 2012
HISHIRYO Y MUSHOTOKU
Una de las primeras dificultades que encontramos al iniciarnos en el Zen es sin duda alguna la gestión que hacemos del tránsito de nuestros pensamientos durante zazen, puesto que una vez estamos sentados en la postura correcta y tomamos el control de nuestra respiración, el siguiente paso será dejar que los pensamientos se diluyan lentamente sin aferrarnos a ellos. Para ello, no lucharemos contra su paso por nuestra mente, sólo dejaremos que sigan su curso dejando que desaparezcan de forma natural.
Pero como suele pasar, de la teoría a la práctica hay una larga distancia que no todos los practicantes salvamos de la misma forma y mucho menos en el mismo tiempo.
Otro factor que juega en contra es el dolor que todos encontramos durante nuestra adaptación a la postura de zazen, un dolor que en ocasiones toma un gran protagonismo durante nuestra práctica, desviando parte de nuestra atención y como resultante, dificultando esa óptima gestión de nuestros pensamientos para conseguir liberar nuestra mente de los mismos.
Mi maestro siempre dice que hay que ir más allá del dolor, dejándolo en un segundo término, centrando nuestra atención en la postura y manteniendo el pulso continuo y profundo de nuestra respiración. Esto seguido de una perseverancia en el hábito de la meditación da como fruto un mayor control de nuestra práctica.
En mi caso dedico aproximadamente un mínimo diario de una hora a zazen, en dos periodos de treinta minutos separados por una corta sesión de Kin-hin (meditación en movimiento), y puedo asegurar que cada vez noto más facilidad para conseguir un nivel óptimo de concentración.
Así que como comenté en la entrada anterior, la constancia es sin ninguna duda la mejor compañía para el practicante de Zen.
A continuación cito una información esencial para comprender el sentido de mis palabras en esta entrada.
Gassho
Sergi G.
HISHIRYO
Hishiryo es el inconsciente del Zen. Shiryo es el pensamiento. Fushiryo: "no pensar". Pero hishiryo es el pensamiento absoluto, más allá del pensamiento y del no-pensamiento, más allá de todos los problemas de la conciencia personal.
Es nuestra naturaleza original, o naturaleza de Buda, el inconsciente cósmico. Cuando el mental se vacía y el intelecto esta calmo, nada detiene la corriente de vida profunda, intuitiva, ilimitada, que surge de lo más profundo de nosotros mismos.
La mente contiene todo el cosmos.
La conciencia es más rápida que la velocidad de la luz.
Sentados, sin fin ni objeto de provecho, podemos comprender mushotuko e hishiryo, secretos de la esencia del Zen. Pero la comprensión debe ser otro que la del sentido común o la intelectual. Ella es percepción directa.
MUSHOTOKU
Mushotoku es el no-provecho, el no-deseo, el
no-miedo. Es el principio esencial. Dar sin buscar a recibir. Abandonar todo,
sin miedo de perder. De la misma forma que el artista debe darse por entero sin
ocuparse de alcanzar la gloria, la belleza, la riqueza, para expresarse en una
obra bella, pura, autentica, igualmente el discípulo obtendrá la sabiduría sin
abandona, toda idea de provecho personal. Si abandonáis todo, obtendréis todo.
"Pensar sin pensar, escribió el Maestro
Dogen, como se piensa sin pensar. Debemos pensar desde el fondo del
no-pensamiento.
Es la conciencia cósmica, la conciencia
hishiryo". Nuestros sentidos y nuestra conciencia personal no pueden
aprehenderla, las categorías no la definen, la palabra no la explica. Solo
podemos abrazarla por la experiencia vivida.
viernes, 6 de abril de 2012
LA PRÁCTICA DE ZAZEN, EL SECRETO DEL ZEN
"Zazen es difícil,
lo sé. Pero practicado cotidianamente es muy efectivo para la ampliación de la
conciencia y el desarrollo de la intuición. Zazen no solamente genera una gran
energía, también es la postura del despertar. Durante la práctica no hay que intentar
lograr lo que sea. "Sin objeto", es unicamente concentración en la
postura, la respiración y la actitud del espíritu.
"
Maestro Taisen
Deshimaru"
En ocasiones algunas personas me preguntan a cerca del Zen. Sus interrogantes son infinitos y en todo caso siempre perciben el Zen como una técnica de meditación a modo de relajación, haciendo un paralelismo con el Yoga o el Tai-Chi Chuan .
Pero dejando de banda algunos aspectos comunes, la práctica del Zen está impregnada de muchas connotaciones filosóficas que hacen del mismo algo más intenso que una técnica destinada a la meditación con fines terapéuticos.
Cuando nos sentamos en la postura de zazen, abandonamos todo aquello que nos aferra, con la única finalidad de reencontrarnos con nuestra mente original. No deseamos nada, no buscamos encontrar nada y tampoco pretendemos alcanzar algún estado de conciencia en concreto, sólo nos sentamos centrando nuestra atención en el curso de nuestra respiración y todos los puntos de nuestra postura.
No rechazamos, ni añadimos nada, sólo observamos sin observar y escuchamos sin oir nada en concreto, porque el simple hecho de sentarse en la postura del despertar ya lo representa todo.
Aquí dejo algunos conocidos escritos a cerca de la postura de zazen, que representa sin lugar a dudas el gran tesoro del Zen. Su práctica no debe llevarse a cabo desde la voluntad si no desde el compromiso con el hábito y la perseverancia, pues en si la voluntad ya forma parte del pensamiento que debemos evitar mientras llevamos a cabo nuestra práctica.
Sergi G.
LA POSTURA
"Sentados en el
medio del zafu (almohadón redondo), se cruzan las piernas en la posición de
loto o de medio loto. Si ello no es posible, y se cruzan las piernas
simplemente sin colocar el pie en el muslo opuesto, aun así es esencial que las
rodillas empujen el piso. La columna vertebral bien derecha, el mentón entrado
y la nuca estirada, la nariz en la misma línea vertical que el ombligo, se
empuja la tierra con las rodillas y el cielo con la cabeza."
"Se pone la mano
izquierda en la mano derecha, las palmas hacia el cielo, los pulgares se tocan,
formando una línea derecha. Las manos descansan en los pies, los cantos en
contacto con el abdomen. Los hombros están relajados. La punta de la lengua toca
el paladar. La vista está puesta aproximadamente a un metro de distancia en el
suelo sin mirar nada en particular."
LA RESPIRACIÓN
"La respiración zen no se
puede comparar con ninguna otra, es muy antigua, en sánscrito se llamó
'anapanasati', solamente puede surgir de una postura correcta. Antes de todo se
trata de establecer un ritmo lento, fuerte y natural, basado en una expiración
suave, larga y profunda. El aire se expulsa lentamente y silenciosamente por la
nariz, mientras que la presión debido a la expiración, baja con fuerza al
vientre. Al final de la expiración, la inspiración se hace naturalmente. Los
maestros comparan el aliento zen con el mugir de las vacas o con la expiración
de un bebé que grita recién nacido."
LA ACTITUD DEL ESPÍRITU
Sentados en zazen,
dejamos que las imágenes, los pensamientos, las construcciones mentales, que
surgen del inconsciente, pasen como nubes por el cielo - sin oponerse ni
agarrarse a ellos. Como los reflejos en un espejo, las emanaciones del
subconsciente pasan y pasan otra vez y terminan por desvanacerse. Y llegamos al
inconsciente profundo, sin pensamiento, más allá de todos los pensamientos
(hishiryo), verdadera pureza.
Esa actitud de espíritu surge naturalmente de una
concentración profunda en la postura y la respiración, y permite así controlar
la actividad mental, resultando una mejora en la circulación cerebral.
En
efecto el cortex (sede del pensamiento consciente) descansa durante zazen, mientras
que la sangre fluye hacia las capas más profundas del cerebro, las cuales se
despiertan de un estado de somnolencia, ya que están mejor irrigadas. Su
actividad da la impresión de bienestar, serenidad, calma, liberando totalmente
despierto, las ondas cerebrales del sueño profundo 'alpha' y 'theta' (consulte
con respeto a ese tema las investigaciones hechas en la universidad de Komazawa
en Japón)
(fuente extraída de- http://www.zen-deshimaru.com)
martes, 3 de abril de 2012
UNAS PRIMERAS PALABRAS
El Zen, se desprende de un ancestro legado histórico, que alberga sus orígenes en la experiencia del Buda Shakyamuni, quien realizó el despertar hace dos mil quinientos años.
La palabra Zen significa meditación. Define una de las escuelas budistas que privilegia la práctica de la meditación sentada, conocida con el nombre de "zazen" ( sentarse en Zen).
Esta práctica es la raiz de la milenaria enseñanza de Buda, un mensaje de dimensión universal
Taisen Deshimaru decía:
"La práctica de zazen es el secreto del Zen. Zazen puede parecer
dificil. Pero si se practica cotidianamente es muy eficaz para la
ampliación de la consciencia y el desarrollo de la intuición. Zazen es
la postura del despertar. Mientras se practica no hay que pretender
obtener nada, sea lo que sea. Sin meta, zazen es solo concentración en
la postura, en la respiración y en la actitud de la mente."
fuente extraida de : (http://www.es.dojozenbarcelona.org)
Con estas frases a modo de introducción, me dispongo a iniciar esta vitácora, en la que intentaré difundir diferentes artículos, escritos, sutras y otros documentos con los que el lector pueda obtener una visión de la auténtica esencia del Zen.
Y digo auténtca esencia del Zen, porqué en los últimos meses he percibido un gran número de fuentes y personas que se autodenominan bajo la palabra del Zen, pero que muy poco tienen que ver con las auténticas enseñanzas, así que he creido conveniente ofrecer una perspectiva más cercana y verídica de esta práctica.
El conocimiento es muy extenso y profundo, pero en todo caso y teniendo en cuenta que la paciencia y la perseverancia son claves fundamentales dentro de Zen, aconsejo leer detenidamente cada una de los artículos publicados aquí y no pretender nada al hacerlo, pues el conocimiento requiere su tiempo y no siempre estamos preparados para la comprensión absoluta de todo aquello que creemos entender.
Por último comentar que el que escribe estas líneas no es ningún maestro ni mucho menos alguien que tiene grandes conocimientos sobre el Zen, tan solo un simple practicante que después de una profunda búsqueda ha encontrado en el Zen, aquel camino que siempre estuvo buscando y que ahora por fin puede recorrer en silencio, entendiendo la vida como una manifestación del aquí y el ahora y nuestro cuerpo - espíritu como parte del universo.
Por último comentar que el que escribe estas líneas no es ningún maestro ni mucho menos alguien que tiene grandes conocimientos sobre el Zen, tan solo un simple practicante que después de una profunda búsqueda ha encontrado en el Zen, aquel camino que siempre estuvo buscando y que ahora por fin puede recorrer en silencio, entendiendo la vida como una manifestación del aquí y el ahora y nuestro cuerpo - espíritu como parte del universo.
Por esta razón prefiero limitarme a difundir los textos y enseñanzas de los verdaderos maestros, que han servido para mantener viva la llama más primaria del auténtico Dharma hasta nuestros días, puesto que en sus palabras está esculpida la esencia original del conocimiento...
Gassho
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