" Lo imporante no es el objetivo del viaje , sino la felicidad que nos aporta el camino durante el mismo..."
"El guerrero pacífico"
Durante la práctica del zen pueden surgir diferentes clases de apegos que debemos ser capaces de identificar a tiempo, a la vez que llevamos a cabo un profundo trabajo interior para que los mismos no acaben por hacer de nuestra practica, una practica llevada a cabo por nuestro ego, ya que de ser así, la misma estaría carente de valor alguno.
Muchos de estos apegos se muestran de una forma aparentemente natural, pudiendo pasar desapercibidos en el mayor de los casos, entendidos como si de una evolución natural de nuestra práctica se tratara, siendo totalmente aceptados por nosotros sin prestar una especial atención.
Uno de los primeros apegos muy frecuente en los primeros meses de la práctica suele estar relacionado con nuestra postura. Durante estos primeros días, nos auto juzgamos de manera totalmente injusta y dualista, en función de si nuestra postura es mejor o peor, si nuestras rodillas tocan el suelo o por el contrario aun debemos trabajar más para que lo hagan en el menor tiempo posible, o la preocupación respecto a si somos o no capaces de sentarnos en loto completo lo antes posible. Pero lo que está claro es que el conseguirlo se convierte en muchas ocasiones en un objetivo erróneo, que estará desnudando nuestra práctica, dejándola desprovista de una de las premisas más importantes a la hora de practicar zazen, el sentarnos sin espíritu de provecho ni intención alguna.
Respecto a este aspecto, el maestro Shunryu Suzuki en su libro " Mente Zen, mente de principiante" dice lo siguiente:
"Cuando practicamos zazen con la determinación de la gran mente de Buda, nos percatamos que el peor caballo es el más valuoso. Es en las muchas imperfecciones que tenemos donde reside la base para una forma justa de observar la mente. Aquellos que no tiene ningún problema físico para sentarse, generalmente tardan más en comprender la verdadera Vía del zen, el verdadero sentido del zen, la médula del zen. Los que tienen grandes dificultades en la práctica , le encuentran más sentido. De forma que en ocasiones el mejor caballo puede resultar peor i el peor caballo mejor..."
" Es más fácil que se despierte la verdadera mente de la Vía en aquellos que tienen dificultad para sentarse, que en aquellos que pueden sentarse con facilidad."
SUZUKY,Shunryu, 2011. Ment Zen, men de principiant, Lleida: Pagès editors, p. 42-43.
Otro aspecto que he experimentado a nivel personal, es el de otorgarle un valor excesivo a determinados objetivos mentales relacionados con la práctica, como por ejemplo la ordenación, siendo la misma por lo normal, un deseo expresado por el mismo practicante que surge en el momento en el que el mismo desea tomar un mayor compromiso con la la vía.
Llegado este momento, dicho practicante puede decidir ordenarse, tomando como resultado entre otras muchas cosas una serie de votos y preceptos.
Hasta aquí no existe problema alguno, pero hemos de saber detectar a tiempo, si dicha ordenación se puede acabar por convertir en un objetivo ilusorio reflejo de nuestro ego, ya que si así fuera dejaría de obedecer a su naturaleza intrínseca.
Esto en mi opinión, sucede cuando enfocamos una acción o proyecto con una finalidad que tiene sus cimientos en el futuro. De esta forma, siempre que intentamos acercarnos a dicho objetivo estamos tomando una dirección lejana al aquí y ahora o momento presente, anteponiendo el objetivo final, al proceso que nos ha de llevar a dicho propósito, que debería ser en realidad lo único importante. Esto evidentemente tiene unas consecuencias muy negativas, que nos generarán sufrimiento e incluso posibles crisis emocionales.
Así que en todo caso, el camino correcto debería de ser tomar la determinación de ordenarse, pero siempre poniendo toda nuestra atención en cada uno de los pequeños pasos que demos durante nuestro camino hacia nuestra ordenación, siendo los mismos tan o más importantes que la misma ordenación, que en realidad sólo representará una culminación de una serie de vivencias y experiencias previas.
Sergi Gámez