lunes, 25 de marzo de 2013

ORYOKI

 

 Extraido de: http://muellezen.wordpress.com

En japonés Oryoki se traduce más o menos como “aquello que contiene justo lo necesario”. Son un conjunto de recipientes (3) para comida que los monjes y monjas Zen reciben al ordenarse. En un sentido general Oryoki se refiere al uso ceremonial de cuencos utilizados para comer en silencio en un monasterio Zen.

Aquí hay dos cosas importantes: contener justo lo necesario y el silencio. Cuando contenemos justo lo necesario, no existe bulla en nuestro interior. Nada está de más. No cargamos con nada que se pueda considerar un exceso. Se camina sin peso, sin molestias. De esa condición surge el silencio. Cuando pones muchas cosas en un saco, al moverlo éste hace ruido. Así es la gente común: todo el tiempo hace ruido. No tienen la medida exacta para hacer silencio y mucho menos para permanecer en silencio.
Cuando un monje toma su alimento en su(s) Oryoki, lo servido es suficiente. No espera más. No se queda pensando en repetir. Sólo come. Por ello, los monjes mendigantes no les dicen a las personas cuanto ni que poner en sus cuencos. La práctica consiste en pedir para comer. Ser tan humilde y sin ego como para pedir y conformarse con lo recibido.
En occidente esto de pedir se ve feo. No es una práctica espiritual. Los mendigos piden y luego botan lo que no les gusta. Esto no es “contener justo lo necesario”. Esto es ser grosero,  no conformarse con lo que el universo te ha proporcionado. La rabia surge y el mendigo bota y despotrica sobre lo recibido. Esto es atraso.
Nosotros debemos ser cual un Oryoki: contener la medida necesaria. En todo. Tener la medida necesaria de lo que nos hace falta es no excedernos. Querer más crea muchas olas sobre la superficie de las olas en nuestra mente. Se vive ajetreado. Demasiado movimiento nos distrae, nos descontrola. La medida necesaria sinónimo de vivir sosegado. ¿Para qué cargar con lo que no nos hace falta? En cuanto al alimento, lo que tú dejas de comer, será alimento para otro ser sensible. Por eso las prácticas espirituales sugieren el “ayuno” ocasional: ese día de tu ayuno, otro podrá comer mejor. La medida necesaria demuestra tu compasión para con los demás seres. A partir de hoy, conviértete en un tazón de templo budista: tendrás lo necesario y serás feliz. Buda así lo vio y por eso se instituyo el uso del Oryoki.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Le Dharma os arrastra – vosotros arrastráis al Dharma





Os dejo otro interesante texto del maestro Roland Yuno Rech, publicado recientemente por nuestros amigos de Zen Navarra (http://zennavarra.blogspot.com.es).

Gassho!

Para hacer zazen nos concentramos totalmente en la postura. La espalda vertical, la barbilla recogida; empujamos el cielo con la coronilla y la tierra con las rodillas. Los hombros  bien relajados, el vientre distendido, inspiramos y espiramos profundamente por la nariz , seguimos esta respiración y no los pensamientos. Dejamos pasar todas las construcciones mentales, hasta el punto de que ya no hacemos nada, ni siquiera zazen, es decir hasta el punto en que la práctica se hace forma   inconsciente y natural, sin necesidad de que intervenga nuestra consciencia personal, nuestra voluntad personal.

En tanto que hacemos zazen, hay un ego que hace algo, que interviene. En ese momento la práctica puede aportar un cierto número de beneficios. Por ejemplo, va a mejorar la propia práctica de concentración Pero cuando ya no hacemos nada, cuando ya no es el ego el que hace zazen ; en ese momento, es el mismo zazen el que nos dirige, zazen que es más fuerte que nuestra consciencia personal, en ese momento zazen nos arrastra literalmente más allá de los límites de nuestro ego. Ese zazen tiene el poder de liberarnos de la transmigración, del samsara. Es el zazen de Buda.

De forma natural, cuando escuchamos esta enseñanza, tenemos ganas de practicar el zen de Buda. Decimos que zazen debe ser practicado naturalmente, inconscientemente y automáticamente. Tendemos a rechazar toda intervención de la voluntad, de la consciencia personal ; en realidad los dos aspectos son importantes : la práctica consciente y la práctica inconsciente, la voluntad y el soltar presa. Si solamente practicamos con ayuda de la propia voluntad personal, nos cansamos rápidamente. Pero si privilegiamos exclusivamente el soltar presa, la práctica inconsciente y natural, entonces corremos el riesgo de que nuestros viejos hábitos mentales tomen del mando.

Sobre este tema en el Gakudo-yojin-shu  el Maestro Dogen  era muy claro. Decía: « Cuando empezáis a estudiar la Vía del Buda, tenéis que visitar a un Maestro, escuchar su enseñanza y practicar de acuerdo a esta enseñanza. En ese momento hay algo que debéis comprender: El Dharma os arrastra, vosotros arrastráis al Dharma. Cuando vosotros arrastráis al Dharma sois fuertes y el Dharma es débil. Cuando es el Dharma el que os arrastra
el Dharma  es fuerte y vosotros sois débiles ». Y añadía: « Estos dos aspectos están siempre presentes en el Dharma de Buda ». Dicho de otra forma para la práctica de zazen, como para la práctica de nuestra vida, hay momentos en que ejercer un control consciente sobre lo que practicamos y otros momentos en que es mejor soltar presa. Pero no podemos funcionar siempre del mismo modo.

En la vida social, solamente soltar presa no funciona. Hay muchas ocasiones en que necesitamos reflexionar, tomar decisiones, utilizar la voluntad. Es la función del mental. Como ya lo he dicho, si solamente funcionamos así, hay un aspecto profundo de la vida que se nos escapa completamente, toda la dimensión de la armonía con el Dharma, con el orden cósmico, que se realiza en los momentos de soltar presa, cuando pensamos más allá del pensamiento y del no-pensamiento , cuando es la conscienciahishiryo de zazen la que nos dirige. Cuando repetimos esta experiencia, esta práctica inconsciente y natural en zazen,  se convierte en la fuente de nuestra vida. Siempre podemos volver periódicamente a esto, pero no tenemos que apegarnos a funcionar siempre  así, si no nos creamos una nueva ilusión, una nueva causa de sufrimiento. Una vez que se acaba la sesshin, volvemos a la vida social y nos damos cuenta de que no podemos funcionar siempre así.

Entonces si oponemos las dos formas, en lugar de armonizarlas, sentimos constantemente un conflicto interior. En este momento deseamos encerrarnos en un templo, para suprimir este tipo de conflicto, con la esperanza de poder practicar siempre de forma naturalmente, inconscientemente y automáticamente, siguiendo un gyoji regular, en el que no hay apenas decisiones que tomar, sencillamente seguir la regla. Si hacemos esta elección, apenas podemos ayudar a los otros . La gran mayoría de los seres han vivido siempre en el mundo. La actitud de los monjes zen que son bodhisattvas, es encontrar el equilibrio en su propia vida y enseñar este equilibrio a los otros. Con períodos de retiro como las sesshines, los angos y los períodos de retorno a la vida social.

Incluso durante una sesshin, hay momentos para pensar conscientemente y otros para pensar inconscientemente; en particular todos los responsables deben reflexionar sobre cómo organizar las cosas, tomar decisiones. A la gente que es muy joven en la práctica le cuesta hacer esto. Es decir cuando se ponen a pensar conscientemente para resolver un problema; este pensamiento consciente invade completamente su mente. Y después no llegan a hacer zazen verdaderamente. No paran de pensar en la intendencia, la organización, no llegan a dejar pasar sus preocupaciones. Cuando se avanza en la práctica, llegamos cada vez más rápidamente a pasar de una forma de pensar a otra forma de pensar. Reflexionar, tomar una decisión y rápidamente abandonar; desprenderse de ello y pasar a otra forma de pensar. Y todo esto estando siempre perfectamente aquí y ahora.

Aquí y ahora, ¿qué es importante? Concentrarse únicamente en el punto importante del aquí y ahora sin dejarse contaminar la mente por las rumias mentales. Así podemos guardar una mente libre y fresca, siempre nueva, incluso en medio de los fenómenos de la vida cotidiana. La sesshin nos ha enseñado verdaderamente un arte de vivir que nos permite continuar la práctica,  la Vía en todas las circunstancias de la existencia. Y así hacer realidad el nirvana, es decir la paz de la mente en el samsara, en la agitación de los fenómenos, armonizando los dos,  sin oponerlos.

Maestro Roland Yuno Rech
Sesshin de Godinne – Noviembre 2012       

miércoles, 6 de marzo de 2013

DEL DOLOR Y SUS ADJETIVOS






Os dejo un artículo muy interesante, que he extraido del blog de nuestros amigos de "Zen Navarra", al final del mismo he añadido un enlace a su blog que os recomiedo visitar.
Gassho!

Sergi G.


DEL DOLOR:

“Puedes tener un dolor errático, que varíe a menudo de localización.
Fulgurante, que aparezca y desaparezca.
Gravitorio, que causa sensación de pesadez.
Irradiado, que se manifiesta de forma arborescente siguiendo una dendrita o terminación nerviosa.
Osteoscópico, que se produce en las superficies óseas sólo cubiertas por la piel.
Pulsátil, que late de forma dolorosa en las partes inflamadas.
Pungitivo , que se presenta en forma de pinchazo.
Referido, adscrito al músculo aponeurótico y percibido en una zona cutánea.
Reflejo, percibido en una zona distinta de donde se asienta la lesión.
Sordo, que es leve pero continuo.
Terebrante, intenso, semejante al que pudiera producir un barreno.
Urente, que se siente con escozor o picazón.


Todos estos dolores físicos son registrables o cuando menos definibles en términos médicos. No así los dolores psíquicos del alma, cuyas  causas proceden de una oscuridad, la del inconsciente, aún más vasta que la del cuerpo…

Los chinos denominan al dolor t´ung k´u una de cuyas acepciones es precisamente amar en exceso”.

Mario Satz, El eje sereno y la rueda de las emociones.
Edit Miraguano 2009

DEL SUFRIMIENTO:

“Para mí el sufrimiento es más bien un signo, un síntoma de una disfunción que es la del desconocimiento de nuestra profunda realidad. Este desconocimiento trae la falta, la frustración, la necesidad de construir un ego artificial.

Podemos distinguir entre el dolor y el sufrimiento. El dolor puede existir independientemente del ego, del dolor físico, de la enfermedad, al reenviarnos todo esto a nuestra fragilidad.
Hay siempre una oposición al dolor, una revolución que transforma ese dolor en sufrimiento. Funcionamos entonces de una manera exclusivamente dualista y todo ese dolor se convierte en sufrimiento.

Diría que el sufrimiento es una dramatización y una no aceptación del dolor por parte del ego.

Somos una concretización de la energía cósmica que en un momento dado toma forma   Entonces en verdad no tenemos principio ni fin. Todo lo que constituye nuestro ser no nos pertenece en propiedad ”

“El ego en general y el sufrimiento den particular” Roland Yuno Rech de
Ser monje hoy (Editorial Milenio)




Zen Navarra:
http://zennavarra.blogspot.com.es/